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“Que te den, Croacia”: devoluciones violentas a niños en las fronteras europeas

Por Mirka Del Pasqua y Joe Boon. Fotos de Anon y Joel Sames

  • *Sobre el título: La cita es sacada del vídeo que las personas que protagonizan esta historia nos han mostrado de las devoluciones sufridas, pero desde NNK queremos recordar que esas devoluciones desde Croacia están respaldadas y apoyadas por todos los países de la Unión Europea y sus autoridades, que son conscientes de esta situación y la siguen patrocinando.

Una mano cubierta de sangre se agita mientras unos perros ladran al fondo. Son los perros de la policía croata. Acaban de ser víctimas de una devolución forzosa. Conocimos a un grupo de jóvenes, algunos de ellos niños, que nos mostraron a nuestro equipo en Bosnia y Herzegovina un vídeo en su teléfono móvil.

La mano es de T. un menor de Marruecos. Tras la mano temblorosa se ve a sus otros tres compañeros tendidos en el suelo, agotados tras haber sido maltratados por la policía.

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“El precio de este viaje es demasiado alto. La ruta nos costó a mí y a mi familia 5.000 euros que no tenemos. Mi familia tuvo que pedir prestado el dinero”. (La gente paga dinero para migrar de esta manera clandestina, a causa de la falta de vías legales y seguras de hacerlo).

T. dice mirando hacia otro lado, ocultando sus lágrimas. “Pienso en volver a Marruecos. Me siento mal. Me siento mal de la cabeza. A veces quiero morir, es mejor que esta tortura”.

T. ha sido devuelto desde Croacia, país de la Unión Europea, 7 veces. Lleva consigo el trauma de la última devolución y la violencia física que sufrió.

Violencia policial

Como nos contaron, la policía le golpeó hasta tirarle al suelo y le dio patadas en la cara a su amigo, hasta romperle los brazos y destrozarle los teléfonos, siente que querían matarlos. Para él todo es insoportable; el préstamo a su familia, la violencia que ha vivido con sólo 17 años, el hecho de que siga en proceso migratorio sin vivir en un lugar seguro. Todo es demasiado. No tiene las herramientas para afrontarlo.

“Soy boxeador, pero cuando la policía me dio una patada no pude defenderme como había hecho durante años en el ring“, dice G. En el vídeo aparece tendido en el suelo retorciéndose de dolor. Nos muestra las zonas donde le golpearon, los hombros, las piernas, la mandíbula. Desde entonces le duele cuando come.

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G. no es el único que no puede comer. T. no ha comido bien desde aquel día. Ha perdido el apetito. Su hermano intenta hacerle reír y sonreír, el mismo que en el vídeo intentaba ponerse de pie pero le dolía demasiado.

La cuarta persona del vídeo, P., se une a nuestra conversación, tiene un rasguño en forma de costra en un lado de la cara, regalo de la policía croata. Pide a sus amigos que vengan a tomar un té.

Estamos celebrando una fiesta en la zona exterior del campo de Borići, el campo para mujeres y menores. Mientras caminamos hacia la fiesta, T. nos cuenta lo mucho que le alivia hablar con nosotros. Nos damos cuenta de lo importante que es para él ser escuchado, denunciar la violencia que nos cuenta con sus palabras y que muestra su cuerpo.

No come, pero toma un té y sonríe con sus amigos. No puede participar en el fútbol porque tiene el brazo en cabestrillo, pero disfruta viendo sus trucos, sus risas, a un amigo haciendo como que toca la guitarra, a la gente haciendo poses divertidas para las fotos, a la mujer de su amigo bordando con los voluntarios de NNK.

El ambiente es relajado e inclusivo, cuanto más tiempo pasamos allí más gente se une. Todo el mundo está muy entusiasmado mientras suena la música. Los menores de Borići lo necesitan de verdad, ya que son muy jóvenes y cualquier cosa que les haga olvidar sus experiencias es un alivio bienvenido.

Nos despedimos y les deseamos buena suerte a todos y les hacemos saber que estaremos aquí la semana que viene para escuchar, hablar y compartir momentos de dispersión.