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“ME LLAMO ROHULLAMEEN, TENGO 17 AÑOS Y ESTOY SOLO”

  • Categoría de la entrada:Bosnia
  • Tiempo de lectura:5 minutos de lectura

Por M.

“Me llamo Rohullameen, tengo 17 años y estoy solo”

me dijo un chico de Afganistán que conocí en un sqat de Velika Kladuša cuando fui a inscribirlo en nuestro programa de cupones de comida.

Foto de Rohullameen
Foto de Rohullameen

Al día siguiente, me encuentro de nuevo al chico cuando voy a pasear por una pequeña colina panorámica. Luce un sol primaveral, y le pregunto si quiere sentarse conmigo en un banco bajo el cálido sol. Y empieza a contarme su historia:

Rohull es de Kunduz, Afganistán. Perdió a sus padres cuando tenía 11 años. Murieron en un atentado suicida mientras estaban de compras en la ciudad. A partir de ese día su tío se hizo cargo de él. No tiene hermanos ni hermanas. Vio cómo los talibanes mataban a sus amigos y a otros miembros de su familia. 

También vio cómo los talibanes asaltaban su escuela y mataban a profesores y alumnos. Algunos de sus amigos fueron obligados a matar para los talibanes. Me dijo que todos los que se negaban a dar a los talibanes lo que querían eran asesinados. Cuando tenía 12 años, y siguiendo el consejo de su tío, huyó solo de Afganistán. Primero fue a Irán y luego a Turquía, donde trabajó temporalmente como sastre. En la frontera turca, la policía el quitó todas sus pertenencias y las quemó. Les pidió varias veces que le dejaran cómo mínimo sacar sus documentos de la mochila, pero esto no pareció importarle a nadie. 

Desde este incidente ya no tiene ningún documento. Tampoco tiene ningún contacto “en casa” – aunque de todos modos, cree que su antiguo hogar ya no existe -, pero no sabe si siguen existiendo copias de sus documentos. Huyó de Turquía a Grecia, de Grecia a Macedonia y de allí a Serbia. Rohull lleva dos años en Bosnia. Ya ha intentado cruzar la frontera con Croacia más de 30 veces, pero la policía fronteriza croata le ha devuelto en caliente a Bosnia. El año pasado, Rohullameen logró llegar a Eslovenia. Me contó que la policía eslovena le tomó las huellas dactilares y lo deportó a Croacia. La policía croata lo devolvió de nuevo ilegalmente a Bosnia.

Su tío de Afganistán le estuvo apoyando, sobre todo económicamente, durante todos esos años en tránsito. Sin embargo, hace un mes, el chico recibió un vídeo que mostraba que su tío también había sido asesinado por los talibanes.

“Ahora no tengo a nadie. Estoy solo. Sólo yo y Alá. ¡Todo esto es demasiado para mí! ¡Por favor, ayúdame!”

suplica. En estos momentos está “viviendo” con otras personas en tránsito en un edificio abandonado en Velika Kladusa (Bosnia). Sufre de insomnio y me dice que no puede alejar todas esas imágenes de su mente. “Necesito una madre, necesito un padre, necesito hermanos, una educación y deportes. 

Quiero ir a la escuela, aprender y volver a hacer judo. Me encanta el judo”. Me dijo que no quiere ir a un campo oficial para personas desplazadas. Aunque no me dio detalles, creo que tuvo una mala experiencia allí, donde no son raros los insultos o las agresiones sexuales.

Este triste caso demuestra hasta qué punto se violan los derechos en las fronteras, donde ni siquiera se garantiza la protección de niños, niñas y jóvenes. ¡Es simplemente triste y cruel!

Ni siquiera conocemos casos de personas menores de edad que tengan la oportunidad de migrar hacia la Unión Europea de una forma segura y legal.