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PERSPECTIVAS ÁRABES DESDE LA FRONTERA UNA ACTIVISTA PALESTINA-AMERICANA CONOCIENDO PERSONAS PALESTINAS EN MOVIMIENTO

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Por Masa Nazzal como parte de No Name Kitchen. Fotografías de Masa Nazzal.

Es una sensación extraña cuando te encuentras con uno de los tuyos sobre el terreno. Estoy en Bihac, Bosnia, trabajando sobre el terreno con NNK, y aquí he conocido a muchas personas palestinas. Soy palestina de segunda generación, y la historia de mi familia está plagada de desplazamientos forzosos y migraciones a través de países y continentes. En parte, esa es la razón por la que he venido aquí a hacer este trabajo. He sido bendecida con una vida segura en Occidente, pero no puedo decir lo mismo de mi propia familia y mi propio pueblo. 

Durante mi estancia aquí he conocido a muchas personas palestinas en proceso migratorio. He conocido a personas palestinas que, como mi propia familia, viven en la diáspora desde la Nakba de 1948, el catastrófico acontecimiento que desplazó a cientos de miles de personas palestinas de su tierra natal.  En sus historias hay experiencias vividas de múltiples migraciones forzadas. Primero obligadas a abandonar Palestina en 1948, y ahora veo a mis compatriotas palestinos en otro movimiento, obligados a abandonar sus hogares temporales de Siria, Egipto, Líbano o Jordania en busca de otra vida libre de pobreza y guerra. 

Hace unas semanas conocí a un hombre llamado Sadam, palestino pero nacido en Siria, como mis padres. No sólo eso, sino que sus orígenes eran del mismo pueblo palestino que mis antepasados, Safad.

Hubo un momento de celebración cuando supe que éramos del mismo lugar, pero enseguida me di cuenta de que aunque mis abuelos y los suyos habían vivido el mismo éxodo forzoso en 1948, nuestras vidas y posiciones no podían ser más diferentes.

Él se encuentra en medio de otra migración forzada, mientras que yo tengo el lujo de un pasaporte estadounidense. Lo único que separa mi posición privilegiada como persona palestina occidentalizada de su posición transicional es la suerte (y la migración de mi padre). 

Incluso en medio de esta realidad transicional en la que viven las personas, he visto en ellas una inmensa capacidad para perseverar en un sistema mundial injusto y violento hacia ellas. Frente a la injusticia y la precariedad en la que viven, siguen firmes en su optimismo y en su esperanza de un futuro mejor. Siguen creyendo que hay algo más en la vida que la realidad inmediata de estar en movimiento, que hay algo más en la vida que la situación y el lugar donde nacieron. Esta esperanza radical me recuerda a mi familia en Palestina y a mi familia en la diáspora. Por muy lejos que se sienta la realidad de la libertad, seguimos teniendo esperanza.

Nuestra esperanza es nuestra firmeza, es la montaña que no se puede mover. Mantenemos la esperanza para vivir, pero más aún, mantenemos la esperanza para poder soñar. Soñar con un día en que podamos volver, esperar el día en que se limpien las injusticias que han quedado grabadas en nuestra ascendencia. Mantenemos la esperanza, año tras año tras año. Nada como la esperanza para mover fronteras. Nada como la esperanza para hacer que se venga abajo el régimen sionista. Nada ni nadie puede ser libre sin esperanza. La esperanza es revolucionaria. No lo olvidéis nunca. 

Solidaridad y empatía hacia Palestina

Estoy agradecida por compartir el idioma, risas e historias con mis amigos y amigas. Pero, sobre todo, estoy agradecida por compartir con ellos este fuerte sentimiento de solidaridad. Todas las personas que he conocido en las fronteras, sean de donde sean, han expresado un fuerte sentimiento de solidaridad y empatía hacia mí cuando les digo que soy palestina.

Muchas personas dedican momentos de su capacidad emocional a sentir por mí, a sentir por mi pueblo y mi gente, incluso cuando ellas mismas se encuentran en situaciones increíblemente precarias. Vine aquí para dar solidaridad, y no esperaba recibirla en tal abundancia. Este es el testimonio del carácter, el corazón y el alma de las personas que he conocido. Su capacidad para revertir esta solidaridad me ha dado mi propio espacio para procesar este inmenso dolor colectivo por Palestina. Por ello les estoy eternamente agradecida. 

Afligida, continúo trabajando. Como debemos hacer todos. Hasta que llegue la libertad. Para nosotros y nosotras,  y para todas las personas. 

Llevo dos meses en la frontera como activista, durante los cuales mi propio pueblo ha sufrido una guerra y un genocidio. Soy palestina, pero estoy lejos de mi gente y de mi patria. Lejos de la lucha. Lejos de mi familia, atrapada bajo la ocupación militar y las invasiones nocturnas. 

Me desperté la mañana del 4 de diciembre haciendo lo que suelo hacer: comprobar en mi teléfono las últimas noticias sobre Gaza. Más muerte, más destrucción. Nada parece frenar la máquina de guerra genocida de Israel. Mi cerebro ya no puede asimilar la magnitud de estas muertes. Las más de 20.000 personas, los más de 8.000 niños y niñas. Infraestructuras civiles enteras aplastadas por misiles de hierro. 

Mientras seguía navegando por las actualizaciones en directo de Al-Jazeera, vi la noticia de más muertes y ataques en Cisjordania. Más concretamente, en Qalqilya, donde vive toda mi familia paterna. Llamé rápidamente a mi tía, que vive allí, para tratar de entender lo que estaba ocurriendo. 

Me explicó que a primera hora de la mañana, el ejército israelí había hecho mártir a otro miembro de mi familia, Alaa Nazzal, junto a otro joven, Anas Qaraqe. Estaban en un coche cuando los soldados abrieron fuego contra ellos, matándolos en el acto. 

Un juego global

Hace poco más de un mes, otro primo fue asesinado por el régimen de Israel, su nombre era Hamza Nazzal, y como el resto de las más de 256++ personas asesinadas en Cisjordania, y las miles y miles de personas asesinadas en Gaza desde el 7 de octubre, no había justificación para sus muertes. Sólo el golpe de la violencia. Un veredicto declarado con la jurisdicción de Israel, un veredicto declarado por la bala, un veredicto declarado por el cobarde con uniforme de soldado. 

Ese mismo año, Europa fue el segundo receptor de bienes de defensa israelíes, con un total del 29% de las compras. Estos artículos consisten en drones, vehículos aéreos no tripulados, sistemas de defensa aérea, radares y sistemas de guerra electrónicos. Ya hemos recibido informes sobre el uso de estas tecnologías contra personas en tránsito a lo largo de las fronteras croatas. 

Por otra parte, Alemania (con un 24%) e Italia (con un 5,9%), son los dos mayores exportadores de armas a Israel después de Estados Unidos entre los años 2011 y 2020, con un envío de armas por valor de 682 millones de euros por parte de Alemania y de 342 millones de euros por parte de Italia. 

Desde el 7 de octubre, países de la UE como Alemania e Italia han suministrado a Israel aviones F-35, bombas teledirigidas, tanques y submarinos. Estas son las armas de genocidio que se están utilizando ahora en Gaza. Desde el 2 de noviembre, Alemania ha aprobado exportaciones de comercio de armas a Israel por valor de 303 millones de euros. 

Es la misma mano de violencia que comete las atrocidades en Palestina, la que también está ocurriendo aquí,  a lo largo de las fronteras de la UE. La UE e Israel trabajan mano a mano para cometer los actos violentos que estoy viendo sobre el terreno en Bosnia/Croacia, y los que mi tía está viendo allí, en Palestina. 

La UE ha concedido 5.600 millones de euros para 2021-2027 a Frontex, un servicio militar público al estilo mafia que controla y viola cuerpos en las fronteras. Estos equipos que utilizan son suministrados por el IDF, la Fuerza de Defensa Israelí, cuya exportación gubernamental de armas ascendió a 12,5 mil millones de dólares en 2022. 

Tanto la UE como Israel utilizan sus vastos recursos militares para controlar a las poblaciones y prohibirles el movimiento, la seguridad, la protección o la libertad. Estos recursos se utilizan para matar. El mes pasado, 4 hombres marroquíes murieron mientras intentaban cruzar a Croacia. Murieron de frío, pero además murieron porque la UE aún no ha proporcionado ningún paso seguro y legal a las personas en tránsito. Así que su opción es intentar luchar contra el clima cambiante para cruzar antes de que sea demasiado tarde. 

No se trata de un incidente aislado, en el último mes hemos recibido informes de personas en tránsito que han muerto al intentar cruzar el río hacia Eslovenia, han muerto de enfermedad, han muerto de hambre. Hemos recibido docenas de denuncias de personas que han desaparecido mientras intentaban cruzar las fronteras. Estas muertes son las muertes de Europa, aunque decidan mirar hacia otro lado frente a la violencia que cometen. 

Como equipo fuimos al cementerio aquí en Bihac, en la parte trasera, arrinconada en una esquina en pendiente había una pequeña sección de tumbas con marcas de madera pintadas de verde. Estas tumbas son de las personas en tránsito no identificadas que han muerto en su camino. Perdidas y nunca devueltas. Me pregunto por sus familias, las preguntas que se hacen sobre sus seres queridos perdidos, las respuestas que nunca sabrán. Me pregunto quiénes eran. Temo pensar en sus últimos momentos. Lloro por su identidad perdida. 

Europa les ha despojado de la vida. No lo olvidaremos.