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DEVOLUCIONES VIOLENTAS DE TURQUÍA A IRÁN: UNA CONSECUENCIA DE LA EXTERNALIZACIÓN DE LAS FRONTERAS EUROPEAS

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Por Lusi Domeney con los datos de LA víctima de esta devolución / Fotos compartidas por quien cuenta la historia/Traducción de Clemen Talvy

Amir (nombre falso para proteger su indentidad) contactó recientemente con No Name Kitchen. A menudo nos escribe para explicarnos la situación humanitaria de las personas en proceso migratorio que cruzan por Turquía. Esta vez lo volvía a hacer para explicarnos una brutal devolución en caliente de Turquía a Irán, solo que ahora se trataba de una historia personal en la que estaba implicado su hermano, y la acompañaba de terribles pruebas de violencia. unas imágenes que nos ha permitido publicar. La sangre se ha difuminado para evitar herir a la sensibilidad de alguien y los rostros se cubren para proteger las identidades de las personas que aparecen.

El propio Said (hermano de Amir y también un nombre falso para mantener su anonimato ) nos relata su historia:

«Yo era una de las personas que servía en el Ministerio del Interior en el sistema presidencial afgano. Nuestra administración estaba bajo la influencia directa de las ISAF. Trabajaba para el Departamento de Gestión General de Desastres Informáticos, del sistema Apps. Cuando los talibanes entraron en Kabul, luchamos contra ellos. Luchábamos en Panjshir y, tras la caída de Panjshir, escapé y vine a Irán porque los talibanes me buscaban y querían matarme. Ahora estoy en Irán. También aquí el gobierno está limitando las libertades, y yo quería llegar a Europa a través de la frontera turca».

Said continúa su relato: Del 8 al 12 de julio fuimos tres veces a esta frontera. Habían otras 6 personas más conmigo; el mayor tenía 46 años y el más joven, que se rompió la pierna, 20. La primera vez que fuimos, la policía fronteriza de Irán nos disparó. La siguiente vez llegamos más lejos, y la policía fronteriza turca nos disparó (con munición real)

Según explica el protagonista de esta historia, «la tercera vez que lo intentamos, había un canal y lo cruzamos. Ahí nos encontramos con la policía fronteriza turca. Golpean a las personas que quieren entrar en Turquía con palos y con una especie de hierros que tienen electricidad. Mis amigos y yo no estábamos bien de salud, y nos golpearon en la cara con un palo o con las manos, Tratan a la gente con mucha brutalidad. Cuando estábamos bajo custodia policial, nos golpeaban uno a uno, y eso también lo hacían a su manera. Al cabo de una hora y media, más o menos, nos llevaron de vuelta y nos enviaron al otro lado de la frontera, a Irán».

skin bleeing and broken

Una violencia que es sistemática

Esta historia es espeluznante, pero dista mucho de ser un hecho aislado. La violencia brutal forma parte de la campaña fronteriza de la UE, como atestigua a diario No Name Kitchen, en los lugares donde tenemos presencia en las fronteras exteriores de Europa. Turquía e Irán no son países de la Unión Europea pero Turquía es socio de la Unión Europea en el control migratorio y el gobierno de Ankara recibe millones de euros de Bruselas para que las autoridades del país mantengan a los solicitantes de asilo y a las personas que migran lejos de nuestras fronteras, más desde el gran acuerdo de 2016 que inició esta crisis humanitaria que enfrentamos ahora a lo largo de las fronteras de los Balcanes.

Como se detalla en la desgarradora historia de Said, “devolución en caliente” (o «push-back») es la devolución forzosa de una persona, sin proceso legal, de vuelta hacia una frontera que acaba de cruzar. Está documentado que muy a menudo, estas devoluciones se llevan a cabo con violencia, incluidas palizas de distintos tipos, robo de bienes personales, violencia sexual y acoso verbal.

En Turquía es especialmente difícil hacer un seguimiento de estos actos de represión, ya que en los últimos años ha aumentado la criminalización y la hostilidad política hacia las personas que atraviesan el país (desde países como Siria, Afganistán o Irak), y también la criminalización de la solidaridad y los esfuerzos humanitarios.

Externalización de las fronteras europeas

Said destacó que había vivido bien en Irán los últimos dos años, y que sólo había decidido continuar su viaje porque la situación humanitaria del país había empeorado. Antes, las personas que buscaban asilo solían considerar Turquía como un país de acogida, pero con la retórica cada vez más violenta que se usa contra las poblaciones migrantes, el gobierno de Erdoğan ha ido creando un entorno cada vez más hostil para la población no turca en todo el país. Como informa Human Rights Watch, los afganos no pueden ni siquiera inscribirse para solicitar asilo desde que los talibanes tomaron el poder en 2021. A la gente no le queda más remedio que huir a buscar la seguridad de la Unión Europea.

Además de los 6.000 millones de euros concedidos en 2016 como parte del «acuerdo UE-Turquía», en 2022 la Comisión Europea prometió 220 millones de euros para «apoyar nuevas medidas de control fronterizo en la frontera oriental de Turquía. Este programa financiará, en particular, nuevos equipos (mástiles de vigilancia, cámaras, sistemas de iluminación) en la frontera con Irán e Irak, así como la formación de funcionarios en cuestiones como el uso de tecnologías de gestión de fronteras… y la respuesta a los flujos migratorios mixtos a gran escala.»

Esto básicamente se traduce en más capacidad para continuar con el patrón de devoluciones en caliente como medida para la «gestión de fronteras», que siempre condenaremos como un abuso injustificable de los derechos humanos. Es un hecho constatable que cuanto más sofisticadas son la vigilancia y otras tecnologías en las fronteras, más sufre la gente al intentar cruzarlas. Sin embargo, la gente sigue y seguirá cruzando porque no tiene otra opción. A medida que las condiciones en las fronteras se vuelven más difíciles para las personas que intentan cruzarlas, aumenta su dependencia en traficantes de personas para completar con éxito el viaje. Los gobiernos europeos son muy conscientes de este hecho pero, al mismo tiempo, afirman que sus represivas políticas de «gestión de fronteras» pretenden poner fin a estas actividades.

Semana tras semana, año tras año, publicamos informes sobre lo que están viviendo estas personas en las fronteras europeas. Ofrecemos solidaridad y apoyo a las personas que han sido objeto de devoluciones en caliente. Es gratificante ver el alcance de nuestro trabajo cuando los y las activistas de No Name Kitchen son contactados a diario por personas de las zonas donde están nuestras bases, por personas que ya han llegado a su país de destino y por otras que ni siquiera nos conocen para pedirnos apoyo, ya sea material o para hacer oír su voz.