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“CUANDO EL PERRO NOS MUERDE, SE RÍEN”

Informe de Marta Moreno

El 20 de julio, un afgano de 24 años viajaba en un grupo de 25 personas por una zona boscosa de Bulgaria.

El superviviente de la devolución ilegal cuenta que el grupo salió de Estambúl y cruzó la frontera búlgara, desde donde caminaron durante cinco días.

Según relata el superviviente, no era la primera vez que sufría una devolución ilegal por parte de las autoridades búlgaras.

“Diez veces intenté cruzar por allí y diez veces la policía me devolvió ilegalmente, la última hace dos semanas”.

El superviviente recuerda que el quinto día, mientras caminaban cerca de una carretera local, un vehículo se acercó al grupo. Según él, el vehículo tenía banderas búlgaras en los laterales, de donde bajaron tres hombres vestidos con “la típica ropa de policía búlgara”.

Debido a lo estresante de la situación, no puede recordar detalles concretos, pero recuerda que los policías llevaban un perro con correa.

Los policías les obligaron a quitarse la ropa y los zapatos y luego empezaron a golpearles con varas de electrochoque “y con cualquier otra cosa que encontraran por el suelo”, relata el superviviente.

El superviviente recuerda cómo los policías ordenaron al perro que les atacara.

“Cuando el perro nos mordía, se reían. Incluso hablaban en inglés con el perro”.

Según él, tras la paliza los policías búlgaros metieron a todas las personas del grupo de tránsito en coches y las devolvieron ilegalmente a Turquía. “Se llevaron hasta la comida que llevábamos. Cuando nos dejaron en Turquía no teníamos ni zapatos”, afirma el superviviente.

“Se llevaron hasta la comida que llevábamos. Cuando nos dejaron en Turquía no teníamos ni zapatos”.

Según el superviviente, no se dio al grupo ninguna posibilidad de solicitar asilo, y afirma que los llevaron directamente a la frontera con Turquía.

Este informe se realizó en Šid (Serbia), donde las personas en movimiento llegan tras viajar durante días, o semanas, con la intención de cruzar a Croacia y llegar a distintos países de la Unión Europea.


Desde No Name Kitchen queremos recordar que la gente necesita cruzar las fronteras por estas peligrosas rutas porque la Unión Europea no ofrece otras alternativas para solicitar asilo. Con vías legales y seguras para emigrar, la gente no arriesgaría su vida y su salud por estas rutas.

Las devoluciones ilegales y las violaciones de los Derechos Humanos, así como todos los actos de violencia física y psicológica, son injustificados y condenables.